martes, 31 de julio de 2012

Ser una Invitada en tu Propia Boda {Parte II}

Blogueriñas de mi heart, ¿se acuerdan de este post? Esta es la segunda parte. Lo que no les había contado era de donde salió mi inquietud de que las novias se atrevieran a defender su propia experiencia, y la de su novio, el día de su boda. Hace poco fui a una relativamente pequeña. No recuerdo bien la ceremonia, ni lo que dieron de comer, ni del traje de la novia. Lo único de ese día que está clarísimo en mi mente era la cara de la novia durante toda la cosa. Era como de estrés, pánico e incertidumbre todo a la vez. No la vi comer nada. Y creo que bailó con su esposo como por 2 minutos. Estuvo tan ocupada preocupándose por los invitados, porque sirvieran ya la comida, por hacer los pagos a los suplidores, que el corazón se me salía del pecho por ella. Lo que me daban ganas era de arrancarle la chequera de las manos y yo encargarme de todo para que ella tuviera la experiencia de ser la novia y nada más.

Por eso estos posts de cómo ser una invitada en tu propia boda :)

{Deja que tus suplidores te sorprendan} Todavía me da dolor de barriga cuando las novias dan ejemplos específicos y estrictos de cada una de las fotos que quieren que su fotógrafo tome el día de su boda. Óyeme, el año que llevas planificando tu boda jamás te dará la experiencia y conocimiento que ellos tienen en su campo. Respeta su creatividad y déjate llevar. Querer el control de cada uno de los aspectos de tu boda jamás te dejará disfrutar de tu día a plenitud y peor te perderás de la satisfacción que se siente cuando uno de tus suplidores te juega una movida inesperada que te encantó.  

{Sin presiones} Sabes que está permitido decir NO a cosas que simplemente no quieres. Que por comodidad te quieres quitar el velo para la recepción pero tu mamá insiste que no porque es el velo que la mamá de tu mamá de su mamá se puso el día de tu boda y tiene un valor especial y no sé qué mas… Di que no. Que no quieres que tu tío que siempre habla en las fiestas de un discurso en la recepción. Di que no. Que no quieres tomarte más fotos con la familia porque te quieres ir a bailar con tu marido. Pues di que no. Dios mío, es tu boda. No te dejes presionar a tomar una decisión que no quieres.  

{Respira profundo y disfruta} No dejes que el día de tu boda se acabe sin que te detengas a observar y como que llevártelo todo contigo. Y digo TODO. Porque es que pasa tan y tan rápido que está triste meses después ver en fotos detalles que jamás llegaste a ver ese día. Saborea cada momento porque rara vez tienes a toda la gente que amas y aprecias en un sólo lugar celebrando un día tan importante contigo. Deja afuera tu “control freakness”. Caray, ¿por qué se nos hace tan difícil? Suéltate el pelo, aunque si te hicieron un “up do” espectacular tal vez no, y déjate ir para disfrutar que ahora eres esposa. Eeeek!
 

Y esta foto es de Amanda K Photography. En serio me da ganas de llorar. Por lo menos así es que me quiero ver yo el día de mi boda.

lunes, 23 de julio de 2012

{Lunes de inspiración} Un estilo suave y romántico.

¡Hola preciosuras! Ah miren... es lunes en la tarde. Yeeeii. ¿Quién más está mega emocionado por eso? ¿No? ¿Nadie? Ay ya dejen eso que los lunes no son tan malos. 

…ok basta. Les estoy mintiendo en sus propias caritas lindas. Los lunes huelen mal. Y no hay manera de confundirlos con los viernes. Pero estoy esperanzada que cuando vean este post todo, aunque lunes, les parezca más bonito. Aquí va la cosa. Una Tabla de Inspiración suave y romántica.
  

Me gusta tanto cuando el blanco se utiliza como base para que otros tonos resalten. Es como respirar aire fresco.

Y… sólo por curiosidad… ¿Qué les parece a ustedes? ¿Aman esta tabla de inspiración? ¿Sí? EXCELENTE. 

Me alegro haber contribuido a que su semana comenzara con puras cositas lindas. XOXO

jueves, 19 de julio de 2012

De depresiones bloguísticas

He tenido este post en mi mente por un tiempo. Solo que estaba buscando la mejor manera de deletrear mis emociones sin sonar quejona o algo así...

Es obvio que no he blogueado en siglos. Horrible. Y este verano mi blog cumplió un año de nacido. No hice nada especial. No lo celebré con un sorteo de regalos. No agradecí a los que me llevan siguiéndo por un año tanto aquí como en Twitter, Facebook, Instagram y Pinterest. Solo el otro día vi el calendario para apuntar una cita y me fijé que hace un mes había cumplido un año de autodenominarme Bloguera.

La cosa es que puede que haya sufrido una depresión bloguística. Los síntomas comienzan con no saber de qué rayos bloguear porque todo te parece efímero y superficial. Luego le sigue el no querer contestar ni un solo email más de gente loca que hay en internet preguntándome cosas aún más locas sobre mi blog. Y por ahí siguen los síntomas hasta llegar al último, y más terrible de ellos, no querer siquiera entrar a tu propio blog. Big-pro-ble-mo.

Todos tenemos nuestras razones para bloguear. Pero es complicado mantener un sentido de propósito y de aceptación de tus colegas bloguistas cuando parece que todo el mundo y aún sus respectivas madres (ajá, literalmente) han comenzado un blog. Es como si tener un blog fuera el nuevo Facebook. Algunos lo llevan como un accesorio in y cool. Otros lo tienen para hacer disque dinero (esto me hace reír en voz alta). Y quizás para otros esta sea la manera de reclamar su pedacito de terreno en las bienes raíces del internet. A veces bloguear se me hace como estar nadando en una piscina mega-llena de blogueros. Me estoy ahogando y desesperada trato de agarrarme como sea de otra blogger que también está tratando de mantenerse en la superficie para sobrevivir. Y antes de que puedas pensar, otros 50 blogueros nuevos hacen su salto bomba al agua.

Cuando veo mi blog, siento un grado de satisfacción. Como cuando por fin haces aquello de lo que llevabas años acariciando la idea. Y sí, quisiera que el diseño fuera diferente; más ‘fancy’ y que tuviera contenido más exclusivo, pero de verdad siento orgullo de mi blog. Pero cuando veo la millonada de blogs unos, sin duda, espectaculares y otros no tanto, que en muy poco tiempo tienen más seguidores, más sumisiones de fotos, más posts, más cosas lindas y felices. Y lo hacen ver tan fácil que me hace pensar, ¿qué pude haber hecho diferente?

La respuesta es nada. Porque todo el asunto de compararte con otros es para volverte loco. Es el juego bruto que todo el mundo juega y nadie debería porque las lesiones son seguras. La auto conmiseración es fastidiosa; nadie quiere estar al lado de alguien cantando sus penas al son de violines.
  
Obvio, tengo que decirle a mis amigos cercanos (ustedes saben quiénes son y los amo) y a ORP que continuamente están celebrando mi trabajo en un esfuerzo de callarme la boca o mantenerme haciendo lo que amo o hacerme creer que soy fabulosa tal y como soy:  GRACIAS.

Y yo? Pues, esta depresión bloguística que me picó creo que es una señal de que me importa. Que es real la importancia que le doy a este blog, a lo que ha sido, a lo que va a ser y a todos los que lo leen a pesar de mis actos de Huddini. Y si no sintiera esta necesidad de ser mejor, de aprender, de crecer y mantener a mí y ustedes inspirados pues no existiría esta depresión bloguística; y yo soy fiel creyente de quizás pasar por un poquito de lo malo (blaaah!) para luego ver venir un montón de lo bueno.
 


Y aquí estoy yo soplando confeti de corazones hecho a mano gracias a Martha Stewart y sus mágicos craft punchers. Feliz como si fuera cosa de todos los días. Así fue que le pedí a Gabriel González que me capturara en estas imágenes. Y creo que hizo un excelente trabajo.

Y si alguien más ha padecido de la llamada depresión bloguística, es libre de compartirlo por aquí.  Y que sigan bien. XOXO