“Está súper linda pero, ¿para qué?”, me textió mi hermana mayor, en respuesta a una foto que optimista y esperanzada le envié, de un shoot que yo había diseñado. A lo que yo le contesté, “¿Cómo que para qué?”...
No hace tanto viví un tiempo de sentir una terrible frustración, que fácilmente pudo haber evolucionado en pura devastación. Entre tantas preguntas sin respuestas, me encontraba apenas navegando por el camino de una vida en pedacitos. Durante demasiados años traté de encajar en esquemas trazados para mí, por otras personas. Durante demasiadas noches recosté mi cabeza en la almohada con curiosidad de saber si hacia donde se dirigía mi vida, era realmente lo que quería. Durante demasiado tiempo dejé de ser real con otros y peor, conmigo misma, por simplemente dejarme llevar. Era una chica en sus veinti-cortos, peleando no se qué batalla, bastante perdida e infeliz.
Pero lo grande de encontrarse en un hoyo tan profundo de emociones, es la escalera imaginaria que poco a poco se forma para sacarte. La misma que a mí me tomó años reconocer. Que cuando te atreves ir tras las cosas que quieres, cuando sueñas en tamaño desproporcionado y cuando haces que suceda lo imaginable, siempre va a haber gente que te dispare un confuso: "¿para qué?". Y por un segundo te viene a la mente: quizás debería rendirme con esto. Quizás debería estar haciendo lo que los demás están haciendo. Ah, hola despreciable duda. ¿Qué haces en mi cabezota?
Jamás quisiera volver a sentirme de la manera en que lo hice en aquél tiempo, pero sí agradezco que ese proceso amargo me enseñó a desyerbar esas pequeñeces que me hacían sentir incapaz. Y fortalecerme para agarrarme fuerte, muy fuerte de mis sueños; deteniéndome ante nada, con mi Dios, todo poderoso, por delante.
Y a ti, que como yo, estás haciendo lo tuyo y rehúsas a conformarte con menos de lo que has visionado, corre de aquellos que sin querer, pueden ayudar a destruir por lo que tanto has trabajado. No lo hacen a mal (amo a mi hermana, por cierto, y sé que su pregunta no fue malintencionada). Ellos tratan de entender tu pasión. Pero vas a gastar tu tiempo tratando de explicarles algo que, a lo mejor, todavía no es ni palpable para ti. Todavía.
Y hablando de agarrarme de mis sueños, he aquí un *sneak peek* del fa-fa-fa-buloso shoot, cuyo *styling* estuvo a cargo de esta servidora. Y quién mejor que
Gabriel González para estar detrás del lente, tomando esta preciosura. Gracias, Gab.
¿Quieren ver más? ¿Sííí? Pues yo no puedo esperar a enseñarles el resto. Eeek! Ah, y sip. Esa es mi súper sonrisa y yo. Qué les digo, cuando rio, rio fuerte.